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¿Por qué el home office afecta más a las madres que trabajan?

¿Por qué el home office afecta más a las madres que trabajan?

No es un secreto que existe una enorme brecha de desigualdad en cuestiones de género en nuestro país, y si bien en los últimos años se han comenzado a vivir cambios que apuntan hacia emparejar el terreno para hombres y mujeres, no podemos ignorar los espacios en donde esta brecha sigue presente.

Uno de estos espacios sin duda es el hogar. Vivimos en una sociedad donde las madres siguen siendo las principales encargadas del cuidado de los hijos, la preparación de la comida y el mantenimiento y limpieza de la casa. Esto, en sí mismo, es un problema no equilibrado, pero si le agregamos la pandemia y el home office a este cóctel tenemos resultados desalentadores.

 

¿Qué conlleva ser mamá y hacer home office?

Para muchas personas el home office fue una salvación y con el paso del tiempo se ha vuelto en su forma predilecta de trabajo. Sin embargo, debemos reconocer que la mayor parte del sector que se encuentra en esta situación son jóvenes, solteros o sin hijos.

En el caso de las personas que tienen hijos, el home office trajo una serie de retos completamente distintos. Antes del reciente regreso a las aulas, todos los padres tuvieron que enfrentarse a las clases en línea, a estar disponibles 24/7 a las necesidades de sus hijos y ayudarlos a enfrentar la difícil realidad de una pandemia; además de realizar sus propias actividades laborales para conservar sus trabajos ante la crisis. 

A pesar de que las circunstancias mencionadas no son ideales para ningún padre, debemos reconocer que estos cambios fueron más duros para las madres que trabajan, por las expectativas de cuidado, tanto de los hijos como del hogar en sí.

 

Adiós a la rutina laboral 

Ser madre, trabajar y hacerse cargo de una casa requiere de una cuidadosa planeación, una rutina que solo se perfecciona con el tiempo y que, aunque debe ser flexible ante las emergencias, debe ser seguida si se quiere salir adelante de la semana laboral. 
 

“Andrea, de 41 años, es contadora y madre divorciada; quien tiene la custodia principal de su hijo de 8 años. Cuando inició la pandemia tuvo que enfrentarse a la realidad de cambiar su rutina diaria completamente; si bien el tiempo ahorrado en el transporte lo pudo invertir en pasar tiempo con su hijo, no todo fue miel sobre hojuelas. El home office significó dividirse entre atender su trabajo diario y vigilar que su hijo pusiera atención a las clases virtuales, cocinar y atender cualquier imprevisto, doméstico o laboral que surgiera durante el día”.


Establecer un ritmo de trabajo resultó ser una tarea casi imposible por las constantes interrupciones de los otros miembros de su familia, que al verla trabajar en el comedor, sentían que ella estaba disponible para resolver problemas domésticos. Por otro lado, al no poder dejar el trabajo “en el trabajo”, su horario laboral se vio alargado en más de una ocasión, consumiendo parte de su tiempo de relajación personal.

Si bien Andrea agradece haber podido continuar trabajando sin mayores inconvenientes durante la pandemia, reconoce que no tener una barrera física entre su trabajo y su vida personal redujo la calidad del tiempo que dedica a ambos aspectos. 

Es por eso que todos los cambios traídos por la pandemia y el home office afectan más a las madres que trabajan. De pronto el tiempo para preparar a los niños para la escuela y hacer el desayuno, comenzó a mezclarse con reuniones virtuales de trabajo; el estrés del cierre de mes se unió a vigilar que los niños pongan atención a las clases virtuales, esto sin contar con las posibles fallas técnicas que pueden surgir de tener a tantas personas conectadas a la red doméstica. 

Además, con las constantes interrupciones a las que todos nos vemos expuestos al hacer home office, ya que da una falsa percepción de disponibilidad. 

 

El impacto psicológico del home office en las madres

El encierro por la pandemia definitivamente le pasó factura a la salud mental de todos; para muchos significó experimentar por primera vez cosas como la ansiedad y el insomnio. Para las madres que trabajan, no paró en pasar por estos sentimientos de primera mano, sino en buscar maneras de ayudar a sus familias a lidiar con ellos y superarlos. 

Ser madre viene ya con una carga mental y emocional que a veces es difícil de manejar, ya que normalmente son ellas a las que acudimos cuando tenemos un problema y necesitamos un consejo; cuando hay problemas económicos es la madre la que sortea los retos de seguir alimentando a la familia con recursos limitados. 

Si a lo anterior agregamos el estrés laboral aunado a no poder poner una distancia real entre todas estas emociones, el resultado es simplemente insostenible.

Para una madre que trabaja no poder establecer un límite físico entre sus problemas personales y laborales, puede hacer que la carga mental (que están acostumbradas a llevar) aumente y se convierta en un peso muerto, lo que puede provocar o exacerbar problemas relacionados a la salud mental como la depresión y la ansiedad. 

Estamos viviendo en una nueva realidad post pandemia. El confinamiento ya no es restrictivamente necesario y la vida dentro y fuera de los hogares está buscando un nuevo ritmo de normalidad. 

Las madres que trabajan han podido ver a sus hijos de vuelta en las aulas y han comenzado a rehacer nuevamente sus rutinas. Muchas han tenido la oportunidad de evaluar si el modelo de home office beneficia su vida a largo plazo o si es mejor y más sano volver a la oficina para mantener una división física firme entre su trabajo y su vida familiar.

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Referencias:

  • El home office y las mamás: encargadas de la oficina, escuela y hasta consultorio - Factor Capital Humano
  • Maternidad y homeoffice en tiempos de pandemia - Horizontum
  • Maternidad y pandemia - Animal Político